¿Cuál es el Origen de la Civilización Egipcia?
Los orígenes de las civilizaciones siempre son intrigantes. Más allá de los mitos fundacionales que cada cultura hace sobre sus propios orígenes, suelen ser muy raros los casos en los que se consigue evidencia sólida que demuestre de manera irrefutable el periodo exacto en el que nacen las culturas.
No obstante, los egipcios son una de las pocas culturas africanas que cuentan con evidencia material y escrita sobre sus orígenes y el de sus primeros faraones.
Acompáñanos en este artículo a descubrir la desconocida historia de los comienzos del antiguo Egipto.
La cultura Nabta Playa, los primeros astrónomos.
Mucho antes de que Egipto se consolidara como uno de los mayores imperios de la antigüedad, estuvo conformado por una serie de pequeños pueblos que vivieron cerca de la cuenca del Nilo, unos 10 milenios antes de Cristo.
Una de las primeras culturas de este periodo fue la cultura Nabta Playa, situada en el desierto de Nubie, a unos 800 kilómetros al sur de El Cairo.
Dicha cultura tiene 10.000 a 5.000 años a. C. y se considera pionera en desarrollar el primer megalito de la región, cuya antigüedad se ha estimado entre 6100 y 5800 a.C., es decir, mil años más antiguo que el Stonehenge británico.
De acuerdo con el astrofísico Thomas G. Brophy, dicho megalito pudo haber servido como observatorio astronómico, ya que la distribución de las piedras coincide con la rotación de las estrellas del Cinturón de Orión, cuyo ciclo se repite aproximadamente cada 25.000 años, siendo precedida por los equinoccios.
También se encontraron restos de sacrificios de ganado vacuno en cámaras de piedra con techos elaborados en arcilla, que podrían ser los primeros indicios del origen del culto a la diosa Hathor, representada por una vaca durante el periodo dinástico.
Las culturas Fayum y Merimdense, los primeros granjeros.
A la cultura Napta Playa le siguió la cultura Fayum, que habitó el oasis del mismo nombre, situada a unos 80 kilómetros del suroeste de El Cairo. Se estima que vivieron entre los años 5200 y 4000 a.C.
De esta cultura se han encontrado restos de graneros que contenían trigo y cebada, restos de chimeneas y de viviendas elaboradas a partir de cañas con tejados de paje. Entre sus principales herramientas se encuentran las hachas y cuchillos de piedra y puntas de flechas que indican la práctica de la caza.
Posteriormente, en torno al año 4000 a.C., surgió la cultura Merimdense en el Bajo Egipto. Dicha cultura se dedicaba a la agricultura.
Vivía en chozas y elaboraba figuras de terracota que representaban ganado vacuno. También practicaron la cría de carneros, ovejas, huelles, vacas, cabras y cerdos, y domesticaron perros.
En lo que se refiere a sus rituales funerarios, solían enterrar a sus muertos en posición fetal, cubiertos con esteras o con pieles de animales en fosas ovaladas y poco profundas cerca de sus hogares.
La cultura Maadi Buto, los primeros mineros.
En paralelo a la cultura Merimdense, surgió la cultura Badariense entre los años 4400 y 3800 a.C., al igual que sus predecesores, eran agricultores y ganaderos.
No obstante, fueron los primeros creadores de Necrópolis en el Antiguo Egipto, siendo una de las más importantes la Necrópolis de el Badari, situada en las inmediaciones de Asiut, en la orilla derecha del río Nilo.
Dichas tumbas contenían ajuares, funerarios ricos en joyas, collares, amuletos cerámicos, vasijas cerámicas y cucharas de marfil o piedra.
De acuerdo con la egiptóloga alemana Elis Jenny Baugartel, hacia el año 4000 a.C., la cultura Badariense se dividió en dos, la cultura Madi Buto, situada en el Bajo Egipto, y la cultura Nákada, situada en el Alto Egipto.
La cultura Madi Buto, situada en las proximidades del delta del Nilo, fue la que introdujo la explotación de cobre en la región.
Según el egiptólogo Michael Hoffman, también fue la cultura responsable de la domesticación de los primeros burros, para el transporte de vasijas con aceite o grasa desde el sur de Canaán hacia el Egipto prehistórico.
En lo que se refiere a la arquitectura, esta cultura desarrolló cabañas hechas de barro, con fogones y chimeneas, siendo algunas de ellas subterráneas.
También tenían graneros en los que se han encontrado restos de trigo, cebada, lentejas y guisantes, y se dedicaban a la pesca.
La cultura Naqada, los primeros conquistadores
De acuerdo con el egiptólogo alemán Werner Kaiser, la cultura Naqada pasó por tres etapas. En una primera etapa, datada en el año 4000 y 3500 a.C., surgen mejoras en la artesanía elaboradas en cerámica, hueso y marfil, hay una expansión de las poblaciones hacia el sur, y comienza a haber intercambios comerciales de materias primas, como el lápiz lazuli, provenientes de poblaciones situadas en lo que actualmente es Afganistán.
En lo que se refiere a las prácticas funerarias, comienzan a existir tumbas más grandes destinadas a los líderes, que conviven junto con otras pequeñas y sencillas dedicadas a los plebeyos, en las que se encuentran no solo personas, sino también restos de animales, e incluso cornamentas.
Es en esa etapa en la que surge la primera gran ciudad conocida como Nubt, que ejerció una gran influencia en la región durante cinco siglos.
Posteriormente, con la llegada de la segunda etapa, Nubt pierde su poderío y es desplazada por la ciudad-estado de Hieracómpolis, la cual comienza la centralización de la región sometiendo a poblaciones más pequeñas, expandiéndose al Sinaí y hacia el sur de lo que actualmente es Palestina, en torno al año 3200 a.C.
La ciudad de Hieracómpolis fue especialmente importante dentro de la cultura egipcia, ya que fue allí donde se crearon los primeros signos que precedieron a los jeroglíficos y el primer templo egipcio de la historia.
A nivel religioso, también fueron responsables de los mitos egipcios más antiguos. Finalmente, en torno al año 3000 a.C., surgen las ciudades de Elkav y Tinis, actualmente ávidos, siendo esta segunda ciudad la que asumiría el control de la ciudad de Nubt y de Madi y se expandiría hacia Anubia.
En la ciudad de Tinis se desarrollaron los primeros jeroglíficos propiamente dichos, la navegación a vela, las primeras pictografías, los sellos distintivos de cada soberano, los primeros cementerios reales y las primeras obras de irrigación.
Igualmente fue el sitio donde comenzaría la primera dinastía egipcia.
Nármer, el primer faraón.
De acuerdo con Manetón, un sacerdote e historiador egipcio del siglo III a.C., antes del surgimiento de los primeros faraones, cada ciudad-estado tenía sus propios reyes, siendo Horus-Ka, también llamado Horus-Escorpión II, uno de los pocos reyes del periodo predinástico del que se tiene constancia.
Luego de la muerte de Horus-Ka, el control de Hieracómpolis y de las demás ciudades sometidas por Tinis, pasó a manos de su hijo Nármer, el primer faraón propiamente dicho, quien gobernó durante un periodo de 60 años y unificó los territorios del Alto y el Bajo Egipto durante su mandato, en torno al año 3100 a.C.
Aunque en un primer momento se pensó que el Nármer, descrito por Manetón, era un rey mítico y no uno real, hubo una serie de descubrimientos arqueológicos que demostraron su existencia.
El primero de ellos fue una serie de pinturas murales que representaban a Nármer en la ciudad de Hieracómpolis, descubiertas por el arqueólogo James Keevel en 1898.
Posteriormente, en 1993, el arqueólogo Gunther Dreyer descubrió en Tinis una inscripción describiendo el mismo acontecimiento de los murales de Nármer descubiertos por Keevel.
Finalmente, en el siglo XXI, se encontró su nombre en la lista de antiguos faraones en las tumbas de Den y Ká, situadas igualmente en la ciudad de Tinis.
No se sabe mucho sobre su gobierno, se piensa que podría haber sido el creador o al menos el diseñador de la ciudad de Memphis, junto con su hijo Aha.
También se piensa que posiblemente estuvo casado con la reina Neithotep. El faraón médico Tras la muerte de Nármer, su hijo llamado Atotis, ascendió al trono de Egipto y contrajo matrimonio con la princesa Benerive del Bajo Egipto.
De acuerdo con el cronista Julio Africano, no tuvo hijos con su esposa, pero sí los tuvo con Kentab, una de sus concubinas, siendo Dier el único conocido hasta la fecha.
Según Manetón, se convirtió en faraón a los 30 años y gobernó hasta los 70 años de edad.
Entre sus principales obras se encuentra la construcción de un palacio en Memphis, la creación de la fortaleza de Er-Per-Yu, la primera mastaba en la necrópolis de Sakara y un templo dedicado a Neyt, la diosa de la guerra y la caza, situado en la ciudad de Saís, en el Bajo Egipto.
También fue el primer faraón responsable de los primeros estudios anatómicos en Egipto, así como de las primeras autopsias de las que se tenga constancia.
En la Piedra de Palermo se indica que realizó tratos comerciales con Canaan y estuvo en guerra con los reinos de Nubia y Libia.
Su nombre aparece en numerosos objetos descubiertos en Tinis y Sakara.
En algunas tablillas de marfil se observa en la celebración de posibles fiestas conmemorativas de la unificación del reino.
En una de las placas se le muestra matando a un hombre en un sacrificio ritual. Meryn Neyt, la primera faraona.
Luego de la muerte de Aha, su hijo Dyer contrajo matrimonio con la reina Merytneit, amada de Neyt, con quien tuvo dos hijos, Diet y Den.
No se sabe gran cosa del mandato de Dier, salvo que fue el responsable de la construcción de una tumba real en Tinis y de la necrópolis de Umm, el Kav, donde se piensa que pudo haber sido enterrado.
Dicha tumba se convirtió en un centro de culto y destino de peregrinaciones varios siglos después de su muerte. Se estima que gobernó entre 57 y 39 años.
Tras fallecer su marido, la reina Merytneit asumió el título de faraón en torno al año 2927 a.C., dado que sus hijos eran demasiado jóvenes para asumir el mando.
Durante muchos años se pensó que Merytneit era un hombre, hasta que se encontró su nombre ligado a su descendencia en una gran mastaba situada en la necrópolis de Saqqara.
No se sabe gran cosa de su gobierno, salvo que, al igual que su hijo Dyet, dio continuidad a la construcción de monumentos funerarios en la ciudad de Tinis, y que pudo haber sido la responsable de arreglar el matrimonio de su hijo con la reina Herniet.
La reina sobrevivió a su hijo Dyet quien, de acuerdo con Manetton, gobernó Egipto durante 23 años, y falleció sin dejar descendencia ni hacer grandes innovaciones, salvo la introducción del cobre en la elaboración de herramientas y objetos decorativos, algo que en siglos previos era propio de la cultura Madi-Buto.
Den, el Faraón Conquistador
Cuando el proceso de unificación del Alto y el Bajo Egipto había comenzado durante el gobierno de Anarmer, ningún faraón había ostentado el título de gobernante del Alto y Bajo Egipto de forma oficial.
Esto cambió con el ascenso del faraón Den, quien estableció ritos religiosos destinados a repetir el Heb Sed, es decir, la coronación como una forma de renovar el poder real.
De acuerdo con lo que relatan las inscripciones de la Piedra de Palermo, el gobierno del faraón Den estuvo caracterizado por un gran número de ceremonias religiosas y por su guerra contra las tribus nómadas del Sinaí, cuyos territorios decía va para sí.
Entre sus principales obras se encuentra la construcción de la tumba de su madre, Merytneit, en la necrópolis de Saqqara, quien falleció durante su reinado, así como la construcción de su propia tumba en la necrópolis de Umm el-Qaab, para la que empleó granito rojo, un material que nunca antes se había usado en la pavimentación de las tumbas.
Adyib y Semerhet, los faraones malditos.
Tras varios años de prosperidad, la primera dinastía se va a enfrentar a dos grandes crisis, en un periodo de 19 años.
La primera de ellas llegará durante el mandato del faraón Adyib, quien, de acuerdo con el investigador Toby Wilkinson, gobernó cerca de una década, según inscripciones de la Piedra de Palermo.
Se presume que Adyib procedía del Alto Egipto, concretamente de la ciudad de Tinis, donde se le llamaba como Merbiab.
Su gobierno enfrentó varios levantamientos en el Bajo Egipto y la pérdida de su primogénito, el príncipe Sabu, quien murió en circunstancias sospechosas, posiblemente debido a un complot.
Su lugar de descanso iba a ser la necrópolis de Umm el-Qaav, Ávidos, en una tumba relativamente pequeña y sencilla, con la cámara funeraria construida totalmente de madera.
No obstante, algo sucedió y su cadáver fue enterrado en otro lugar, hasta ahora desconocido.
Tras su muerte, Semerhet, el hijo de Adyib, con la reina Batirites, asumió el trono y le tocó hacer frente a una plaga en su primer año de gobierno, algo que hizo que la casta sacerdotal lo declarara como usurpador, porque no había sido nombrado oficialmente por su padre como sucesor antes de morir, lo que se consideraba un muy mal augurio dentro de las creencias egipcias.
No se sabe si Semerhet fue responsable de la muerte de su padre o de su hermano mayor, no obstante, el hecho de que mandara a borrar el nombre de su padre de todos los monumentos por primera vez en la historia de Egipto, algo que no logró del todo, ya que sobrevivieron algunos testimonios, indica que lo odiaba incluso después de muerto.
Qaa, el último faraón de la primera dinastía.
La transgresión de Semerhet de borrar la historia de su predecesor fue el inicio de una práctica que se repetiría varias veces a lo largo de la historia de Egipto.
La segunda vez que se aplicó esta medida lo hizo su propio hijo, el faraón Qaa, quien borró la mayor parte de los monumentos que honraban la memoria de su padre y que trató de restaurar la memoria de su abuelo.
De acuerdo con Manetón, Qaa, el último faraón de la primera dinastía, reinó durante 26 años, entre los años 2853 y 2828 a.C.
Su mayor logro fue la creación del primer templo funerario en Saqqara, que se volvió un sitio de peregrinación de los faraones posteriores.
La importancia de este templo radica en que fue el primero de la historia egipcia que se hizo para honrar a un faraón y no a un dios mítico, como ocurría con los templos anteriores.
Tras su muerte, Egipto cayó en una guerra civil que dio origen al alzamiento de la segunda dinastía.
La historia de Egipto siempre ha sido y será fascinante. Fue una de las primeras sociedades en realizar estudios astronómicos.
Crearon la escritura jeroglífica, diseñaron grandes y variadas obras de arte a lo largo de 10.000 años a.C., elaboraron los primeros grandes monumentos funerarios, realizaron los primeros estudios de anatomía en medicina, establecieron relaciones comerciales con reinos distantes de Nubia, Siria y Mesopotamia, entre muchos otros, y todavía quedan muchas cosas sobre ellos por descubrir.
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