¿Cuándo perdió España Cuba, Filipinas y Puerto Rico?

En solo 113 días, un imperio que duró cuatro siglos se desmoronó.

España perdió Filipinas, Cuba y Puerto Rico en 1898, como resultado de la Guerra Hispano-Estadounidense. Las causas combinan el auge de los movimientos independentistas, el declive del poder español y la intervención militar de EE.UU. El desenlace fue el colapso del último imperio colonial español y el nacimiento de un nuevo orden internacional.

El verano de 1898 concentra una paradoja histórica: cómo una guerra breve contra Estados Unidos marcó el punto final de la presencia ultramarina española. Tres meses bastaron para transformar mapas, identidades y el equilibrio global de poder.

La batalla naval de Santiago de Cuba, ocurrida el 3 de julio, fue el golpe definitivo. No solo hundió flotas, sino siglos de dominio. Aquel día, el océano se tragó restos de barcos... y de un proyecto colonial.

¿Por qué esta derrota resonó más que otras? Mientras las independencias americanas del siglo XIX fragmentaron territorios, la pérdida de 1898 arrebató los últimos símbolos de grandeza. Cuba, Filipinas y Puerto Rico representaban la conexión viva con un pasado glorioso.

Firma del Tratado de París
Firma del Tratado de París

El Tratado de París, firmado en diciembre, certificó lo inevitable. España dejaba de ser potencia transcontinental. Estados Unidos emergía como nuevo actor global. Pero el verdadero drama ocurrió dentro: el país enfrentó una crisis existencial que inspiró generaciones de pensadores y artistas.

Este relato no habla solo de batallas. Es la historia de cómo una nación reinventa su identidad tras perder lo que creía inseparable de sí misma. Un viaje donde lo militar se vuelve cultural, y lo político se transforma en literatura.

La pérdida de las Colonias

España perdió Filipinas, Cuba y Puerto Rico en 1898, como resultado de la Guerra Hispano-Estadounidense, un conflicto breve pero decisivo que marcó el fin del imperio colonial español en América y Asia, y el comienzo del expansionismo global de Estados Unidos.

Vamos por partes, explicando cuándo, cómo y por qué se perdieron estos territorios:

¿Cuándo se perdieron?

      • Cuba: Aunque la guerra comenzó por el conflicto en Cuba, la isla no fue anexionada por EE.UU. sino que obtuvo una independencia tutelada en 1902, tras la ocupación militar estadounidense desde 1898.
      • Puerto Rico y Filipinas: Fueron cedidos oficialmente a Estados Unidos mediante el Tratado de París firmado el 10 de diciembre de 1898. Guam también fue cedida.

Razones de la pérdida

1. Insurrecciones internas

Desde mediados del siglo XIX, Cuba, Filipinas y Puerto Rico vivían procesos de agitación social, nacionalismo emergente y movimientos independentistas. España mantenía una administración colonial rígida, centralista y poco reformista.

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    • En Cuba, estallaron varias guerras de independencia (la más destacada: la Guerra de los Diez Años, 1868-1878).
    • En Filipinas, José Rizal y el movimiento Katipunan impulsaron la revolución filipina (1896).
    • En Puerto Rico, aunque menos violento, también había descontento con la falta de autonomía.

2. Declive del Imperio español

España, tras perder sus colonias en América del Sur a principios del siglo XIX, era ya una potencia en decadencia. Su capacidad militar, industrial y económica estaba muy por detrás de las potencias emergentes como Estados Unidos.

3. Intervención de Estados Unidos

EE.UU. aprovechó el debilitamiento español y la situación en Cuba para intervenir bajo el lema "liberar a Cuba del yugo español", aunque en realidad había intereses económicos y geoestratégicos.

El detonante fue la explosión del acorazado USS Maine en el puerto de La Habana el 15 de febrero de 1898, un hecho que la prensa sensacionalista estadounidense aprovechó para avivar el sentimiento antibritánico (aunque hoy se duda de que España tuviera responsabilidad).

4. Superioridad militar estadounidense

La marina estadounidense derrotó fácilmente a la escuadra española en dos batallas clave:

      • Batalla de Cavite (Filipinas), 1 de mayo de 1898.
      • Batalla de Santiago de Cuba, 3 de julio de 1898.

La derrota fue humillante. España no estaba preparada para un conflicto moderno.

Tratado de París (1898)

Este tratado puso fin al conflicto con las siguientes consecuencias:

      • España cedió:
        • Puerto Rico, Guam y Filipinas a EE.UU.
      • Recibió 20 millones de dólares por Filipinas (una forma de compensación).
      • Cuba quedó bajo tutela de EE.UU., aunque teóricamente independiente.

Consecuencias

      • Fin del Imperio español: España perdió los últimos restos de su imperio ultramarino (salvo algunas posesiones en África).
      • Inicio del imperialismo estadounidense: EE.UU. se convirtió en potencia colonial.
      • Crisis del 98 en España: Surgió una profunda reflexión social, cultural y política sobre el fracaso nacional. De esta crisis nacería la Generación del 98, un grupo de escritores como Unamuno, Azorín o Baroja que reflexionaron sobre la identidad española.

Contexto histórico del declive imperial español

Tras 1821, el imperio quedó reducido a sombras de su antiguo esplendor. Sin territorios continentales en América, la monarquía intentaba mantener dominio sobre islas caribeñas y pacíficas. Un teatro geopolítico donde las apariencias pesaban más que la realidad.

Cuba emergió como joya económica inesperada. Su producción azucarera alcanzó cifras estratosféricas: 80% del mercado mundial salía de sus ingenios. Esta riqueza convertía a la isla en imán para potencias extranjeras, especialmente Estados Unidos.

Desde 1808, Washington hizo siete ofertas formales de compra. España rechazó todas, aunque sabía que no podría defenderla militarmente.

“Más vale honra sin barcos que barcos sin honra”, declaró un político de la época. El orgullo nacional bloqueaba cualquier negociación práctica.

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El Caribe se transformó en tablero de ajedrez global. Francia e Inglaterra movían sus piezas, pero Estados Unidos demostró mayor ambición. Cuando estalló la guerra independentista en 1895, encontraron la excusa perfecta: proteger sus intereses económicos en la región.

Esta paradoja define el ocaso imperial: aferrarse a símbolos de poder mientras el mundo cambiaba de rumbo. Las colonias ya no eran fuentes de gloria, sino lastres que aceleraban el declive.

El Desastre del 98 y su impacto en la identidad nacional

batalla naval 1898

El estruendo en La Habana cambió el siglo XX. El 15 de febrero de 1898, la explosión del Maine mató a 266 hombres. Aunque investigaciones modernas descartan un ataque español, los periódicos estadounidenses usaron el hecho como chispa bélica. “Recuerden el Maine” se convirtió en grito de guerra.

El almirante Pascual Cervera conocía su destino. Al salir de Santiago de Cuba el 3 de julio 1898, ordenó a sus soldados:

“Vístanse de gala. Hoy combatimos con honor”.

Sus barcos - anticuados frente a los acorazados enemigos - se convirtieron en blancos fáciles. La batalla duró cuatro horas. Seis naves españolas yacían en el fondo marino.

AspectoEspañaEEUU
Barcos perdidos60
Muertos3431
Heridos1512
Prisioneros1.8890

Los números revelan más que una derrota: muestran el fin de una idea de imperio. La prensa madrileña habló de “duelo nacional”.

Mientras EE.UU. celebraba su nueva potencia, aquí se cuestionaba el sentido de nación. ¿Cómo un país con siglos de historia caía ante un rival sin tradición militar?

Este sacrificio inútil marcó la psique colectiva. La Generación del 98 convertiría esta herida en motor intelectual. Cervera, tras ser liberado, escribió:

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“Cumplí con mi deber... pero el deber a veces sabe a ceniza”.

Sus palabras resumen el drama de un pueblo que perdió más que colonias: perdió su relato.

Cuándo perdió España Filipinas, Cuba y Puerto Rico: razones y hechos

La contienda comenzó con un telegrama. El 25 de abril de 1898, el gobierno español recibió la declaración de guerra estadounidense. Tres meses después, su flota yacía destruida en la bahía de Santiago. El 10 de diciembre 1898, la firma del tratado de París selló el fin de cuatro siglos de presencia ultramarina.

¿Por qué aceptó España condiciones tan duras? La respuesta está en números:

    • 230.000 soldados movilizados
    • 90% de bajas por enfermedades tropicales
    • 0 barcos de guerra operativos

El almirante Cervera lo advirtió: “Nuestra escuadra es de cartón”. Sus naves, obsoletas frente a los acorazados modernos, no resistieron el combate. La distancia geográfica complicó el mando: enviar refuerzos desde Cádiz a Cuba tomaba 40 días.

La pérdida de Puerto Rico y Filipinas marcó la diferencia En 1820, los territorios se independizaron. En 1898, fueron anexionados por otra potencia. Esto golpeó el orgullo nacional: ya no era revolución, sino sustitución imperial.

El regreso de las tropas generó escándalo. El 60% llegaron con fiebre amarilla o disentería. Los periódicos hablaban de “héroes olvidados”. Este drama humano completó el cuadro del fin imperio español: derrota militar, humillación diplomática y crisis social.

Legado y aprendizajes históricos del fin del imperio

El siglo XX español nació entre escombros de acorazados. Como señala el autor Tomás Pérez Vejo, este momento no fue un final, sino un punto de partida. La derrota obligó al país a reinventar su identidad sin el peso del dominio colonial.

La Generación del 98 transformó el duelo en arte. Sus obras, brillantes, pero duras, crearon una idea de España como problema. Este relato marcó la psique nacional durante décadas, mezclando verdad literaria con complejos históricos.

Paradojas de la historia: tras la independencia, Cuba intensificó sus lazos culturales con la antigua metrópoli. Las élites locales promovieron migración española para contener influencias extranjeras. Un sacrificio identitario que aún sorprende a los estudiosos.

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¿Qué nos enseña este fin del imperio? Que las naciones se definen más por cómo asumen sus crisis que por sus victorias. Pérez Vejo lo resume: “Perder el estatus imperial fue el primer paso para encontrar una voz auténtica en el mundo moderno”.

Hoy, aquel trauma se revela como crisol de transformaciones. La guerra que hundió barcos terminó creando algo más durable: una nueva forma de entender el lugar de un país en la historia.

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