Ejercito Romano ¿Cómo Fue de Grande?

¿Qué tan grande era el ejército romano?
Inicialmente compuesto por unos pocos voluntarios que se alistaron para defender libremente las fronteras del reino, en los últimos años del Imperio tuvieron un costo enorme y exorbitante.

Mastodóntico, multicultural, muy caro. Esta fue la armada romana en los últimos años del imperio. Nada que ver con el primer ejército, fundado según la leyenda por el primer rey de Roma, Rómulo, reclutando voluntarios de las tres tribus que formaron la base del reino.

Desde la monarquía, la unidad básica del ejército era la legión: la primera estaba formada por 3.000 hombres y 300 caballeros, elegidos entre la población romana de entre 17 y 46 años. Los soldados no se remuneraban (incluso el armamento tenía que ser pagado por ellos mismos): los más pobres eran jóvenes jinetes y los más ricos caballeros.

Alrededor del siglo II a. C., los centuriones que formaron la jerarquía militar se hicieron cada vez más importantes en las legiones. Cada centurión comandaba la centuria, compuesta primero de 100 hombres (hasta 350 a. C.) y luego 60/80 hombres.

EN LOS TIEMPOS DE ANNIBAL.

Con el nacimiento de la República, el ejército se dividió en dos legiones, cada una de ellas comandada por cónsules y compuesta por un máximo de 10.000 legionarios y unos 600 caballeros.

Cuando Aníbal cruzó los Alpes (218 a. C.) para llegar a Roma, el ejército romano ya había crecido y había 23 legiones que protegían Italia, Illyria (la península balcánica), Cerdeña, Sicilia y Galia Cisalpina.

EN EL IMPERIO

Después de más de 150 años, cuando César fue asesinado (44 a. C.), las legiones ,de 23 se habían convertido en 37 y después de la guerra civil entre César y Octavio se aumentaron aún más.

Algunos eran permanentes en Macedonia, el Este y otros en África. Sin embargo, su gestión no estuvo exenta de problemas. Por esta razón, Augusto intentó reformarlos también, creando un ejército profesional compuesto por 28 legiones (reducidas a 25), formado por un total de 145.000 hombres que permanecieron en servicio por un período no inferior a 16 años.

A los “profesionales” se añadieron los simples legionarios: en general, el ejército imperial en los años de Augusto terminó incluyendo alrededor de 250.000 soldados que controlaban un territorio inmenso, desde el Altántico hasta el Éufrates y desde Holanda hasta Egipto.

Cuando se trata del ejército, no son sólo los legionarios a los que se hace referencia. Junto a ellos, de hecho, estaban también las tropas auxiliares (o tropas de apoyo, reclutadas en los territorios ocupados), las pretorianas (guardias del emperador y personalidades influyentes) y la flota militar.

¿Cuándo se inventaron las cámaras de gas?

En los primeros años del Imperio, la mayoría del ejército estaba compuesto por los italianos. Ya en los años de Nerón (37-68 d. C.) el ejército comenzó a ser multicultural y bajo Trajano (53-117 d. C.) la relación entre los italianos y los extranjeros se hizo de 1 a 4: la mayoría de los soldados fueron alistados en las provincias donde se establecieron las legiones.

Con el tiempo, el crecimiento de las fuerzas armadas no se detuvo: con Septimio Severo (145-211) el ejército contaba con 442.000 unidades, mientras que en el tercer siglo la maquinaria bélica llegó a unos 500.000 soldados, de los cuales 200.000 legionarios.

En aquellos años, el gasto militar absorbía alrededor del 75% del presupuesto estatal (el gasto “social” era casi inexistente, el resto se gastaba en edificios en Roma y las provincias). La cúspide del ejército se alcanzó bajo el reinado de Constantino (272-337) cuando hubo unos 645.000 soldados.

¿Cuál era la vergüenza más grande que podía sufrir un legionario romano?

Perder el estandarte del águila romana a manos del enemigo. El águila era el símbolo más importante de las legiones romanas, por encima de sus banderas o vexilla. Lo portaba un oficial, el aquilifer, y su pérdida suponía el deshonor y la vergüenza para los soldados. 

Militares y ciudadanos adoraban estos estandartes por ser la encarnación material del poder y la fuerza de Roma.

De Hecho, desde la perspectiva romana, perder un estandarte de águila era más aplastante que una derrota militar. Esto quedó demostrado cuando el emperador Augusto envió a su mejor general contra Partia.

El objetivo no era tomar territorio, ni siquiera hacerse con un botín, sino únicamente devolver los Estandartes de Águila que se habían perdido décadas antes. 

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