Leónidas I, el rey espartano de la batalla de las Termópilas contra el Imperio Persa
¿Conocéis la historia real de Leónidas, el rey espartano que resistió durante tres días en la famosa batalla de las Termópilas frente al inmenso ejército persa? Leónidas...
Uno de los mayores guerreros de la historia, pero cuya vida siempre ha ocasionado, además de admiración, mucho misterio.
Incluso hoy en día, hay algunas cosas sobre él que siguen sin resolverse.
Así que quédate, y déjame compartir contigo, algunos de los aspectos más fascinantes de la vida de Leónidas, incluyendo su biografía, la realidad tras la batalla de los 300 espartanos, detalles sobre el último rey de Esparta, la importancia del Paso de las Termópilas, y las relaciones entre Leónidas, el oráculo de Delfos, Heracles, y las Guerras Médicas.
Además, te dejo para el final un resumen de lo más interesante...
¿Quién fue Leónidas y cómo murió? Biografía del Rey de Esparta
Leónidas I fue uno de los mejores reyes de la antigua Esparta. Fue nombrado rey en el año 480 a. C. y se convirtió en una figura legendaria por su valentía y contribución a la defensa de su país.
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Su fama fue ganada por su actuación en la famosa batalla de las Termópilas, en la que resistió heroicamente al ejército persa con solo 300 soldados espartanos.
Probablemente, a muchos de vosotros os vengan a la mente imágenes de la popular película 300, basada en la novela gráfica de Frank Miller del mismo nombre.
No vamos a mencionar los aspectos de la película "300" que coinciden o no con los datos históricos, pero es muy probable que Leónidas no estuviera ni siquiera el aspecto con el que aparece en la película.
Según los historiadores, tenía unos 60 años cuando tuvo lugar la batalla de las Termópilas.
Él pertenecía a la dinastía de los Agíadas (fue el 17° rey agíada de Esparta) y era hijo del rey Anaxandridas II. Su nombre, Leonidas, significaba descendiente de León.
Durante su reinado, el otro diarca de Esparta fue Leotíquidas II de los euripóntidas.
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Leonidas nació en torno al año 540 a. C. y accedió al trono en el 490 a. C. a los 50 años de edad, tras la muerte de su medio hermano Cleómenes, quien, según Heródoto, se acuchilló a sí mismo varias veces, desde los muslos hasta el vientre, en un ataque de locura.
Para consolidar su posición como rey, Leonidas se casó con la hija de su hermano Cleómenes I, Gorgó, que era, por tanto, media sobrina suya y tenía por aquel entonces unos 16 años, 34 menos que Leonidas.
Juntos tuvieron al menos un hijo, Plistarco, que fue rey tras la muerte de Leónidas.
El estilo de vida espartano
La ciudad-estado de Esparta era una de las cuatro ciudades-estado griegas más importantes del siglo V a. C., aunque se diferenciaba de Corinto, Atenas y Tebas en varios aspectos clave, sobre todo en la ausencia de murallas.
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Rodeados de montañas, los espartanos no sentían la necesidad de fortificaciones, y su polis consistía en cinco aldeas cercanas que se agrupaban para formar una sola entidad.
Sobre todo, la principal diferencia era que la vida espartana estaba completamente orientada al servicio militar. En otras ciudades griegas, solo luchaban cuando era necesario.
Si se producía una guerra, los ciudadanos tomaban las armas, pero por lo demás, el ejército apenas hacía nada, salvo servir de protección a la ciudad-estado.
Sin embargo, en Esparta todos los ciudadanos de pleno derecho -homoioi- a partir de los siete años, eran educados obligatoriamente en la "agogé", donde se desalentaba cualquier sentido del individualismo y se les preparaba, en cambio, para un estilo de vida militarista.
Educación
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Los niños, que habían sido separados de sus familias, eran llevados a barracones donde se sometían a un duro entrenamiento físico que los convertirían en perfectos soldados útiles para el Estado.
Incluso desde el nacimiento, la vida no era fácil para estos niños.
De hecho, un grupo de ancianos inspeccionaba a cada niño al nacer para ver si era físicamente perfecto y sin ningún defecto.
Si el niño cumplía sus normas, se lo entregaban a su familia.
Sin embargo, si el niño no cumplía las exigencias mínimas, lo abandonaban en un barranco o en la cima de una colina para que muriera.
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Además, las familias solían mostrarles poco afecto.
A menudo se les dejaba solos en la oscuridad para que se acostumbraran a no tener miedo.
Y por supuesto, no se les consentía la menor rabieta ni capricho.
De los siete a los veinte años, vivían en barracones y formaban parte de una unidad militar infantil.
Allí aprendían las habilidades básicas de lectura y escritura, se ejercitaban físicamente con regularidad, se les enseñaba a manejar las armas correctamente, se les inculcaba la disciplina y la obediencia.
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Los niños pasaban hambre a menudo porque les daban muy poca comida, y la falta de esta les obligaba a robar a los demás para sobrevivir.
Si les pillaban robando, sus instructores no les castigaban por el acto de robar. En cambio, les imponían castigos severos por su torpeza cuando les pillaban.
Aunque los espartiatas obligaban a todos sus hijos a afeitarse la cabeza cuando eran jóvenes, a los quince años les dejaban crecer el pelo. Creían que el pelo largo hacía más atractivos a los hombres guapos y más intimidantes a los feos.
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¿Y qué pasaba con las niñas?
No solo eran educadas por el Estado, sino que su educación física —que se centraba en actividades como el atletismo y la lucha— era muy importante, ya que se creía que las madres fuertes darían a luz hijos fuertes.
A las mujeres espartanas se les inculcaba la idea de que los sentimientos eran una debilidad y que el matrimonio solo tenía el fin de traer al mundo niños que se convirtieran en guerreros.
Por ello, no estaba mal visto socialmente, por ejemplo, que un marido cediera su esposa a alguien más joven y fuerte para que engendrara futuros luchadores de calidad.
¡Sí! ¡En serio!
Una vez completada su formación, los soldados espartanos podían servir en el ejército hasta los 60 años de edad.
Forma de Estado
La forma de gobierno de Esparta también era bastante peculiar, pues se trataba de una diarquía, es decir, un compromiso entre los dos grupos que formaban la polis de Esparta.
Al mismo tiempo, contaban con dos reyes de dinastías diferentes: los Agíadas y los euripóntidas. Como ambos reyes eran sacerdotes de Zeus y jefes militares, cada uno de ellos podía dirigir tropas en la batalla.
Los espartanos adoptaron la diarquía para evitar el riesgo de caer en manos de un monarca dictatorial que abusara de su poder. Leonidas I, por tanto, era un rey, pero no un monarca, sino un diarca.
Qué ocurrió en la batalla de las Termópilas
La famosa batalla del desfiladero de las Termópilas, que tuvo lugar en el año 480 a. C., tuvo lugar una década después de que los atenienses ya hubieran derrotado a los persas en Maratón.
Darío I, monarca del imperio aqueménida, el primero y más extenso de los imperios persas, había intentado conquistar Atenas desembarcando en la llanura de Maratón, donde la poderosa caballería persa podría desenvolverse bien.
El número de soldados suele variar entre las distintas batallas históricas, por lo que es difícil estimar un recuento exacto.
Sin embargo, los historiadores están de acuerdo en que los persas superaban considerablemente en número a los atenienses.
Las cifras que proponen oscilan entre los 25.000 y 100.000 persas frente a unos 10.000 atenienses y mil soldados de la ciudad de Platea.
El ejército de Atenas bloqueó las salidas de la llanura de Maratón para que los persas no pudieran avanzar y envió un mensajero a Esparta para pedirles refuerzos.
Pero como estaban en pleno mes de agosto, los espartanos se encontraban celebrando las festividades religiosas de las carneas en honor de Apolo Carneo y según sus tradiciones no podían combatir hasta la siguiente luna llena que tendría lugar 10 días más tarde.
Así que los espartanos no lucharon en Maratón.
No se sabe cómo se desarrolló la batalla, pero se cree que los atenienses, en lugar de aguardar en posiciones defensivas, se lanzaron al ataque y lograron hacer huir a los persas, cuyo ejército se retiró a sus barcos después de haber perdido a 5.000 hombres aproximadamente frente a unas 2.000 bajas atenienses.
Darío I no comandaba el ejército en persona, sino su sobrino Artáfernes y el general Dattis.
Cuando Darío se enteró de la derrota, comenzó a preparar su venganza. Una nueva expedición contra los griegos que él mismo comandaría.
Sin embargo, falleció por una enfermedad antes de poder llevarla a cabo. Su hijo y heredero, el rey persa Jerjes I, reunió un ejército inmenso y en la primavera del 480 partió hacia Grecia dispuesto a vengar la derrota de su padre.
¿Cómo de grande era aquel ejército persa?
Según Heródoto, estaba formado por más de 2 millones de hombres.
Los historiadores modernos estiman que probablemente fueran una décima parte de lo que afirmó Heródoto, es decir, unos 200.000 hombres, lo cual para la época seguía siendo un ejército colosal.
Antes de lanzar su invasión, Jerjes envió embajadores a las ciudades griegas exigiendo tierra y agua, es decir, que renunciaran a todos sus derechos sobre sus tierras y se subordinaran de manera incondicional al imperio a Kemenida, ya que la tierra y el agua eran los símbolos del vasallaje persa.
Según Heródoto, cuando los emisarios de Jerjes llegaron a Esparta y Atenas con aquella demanda, los espartanos los arrojaron a un pozo y los atenienses hicieron lo propio desde lo alto de un desfiladero.
Antes de la invasión persa, las polis griegas, incluida Esparta, consultaron al oráculo de Delfos para obtener guía sobre cómo enfrentar la amenaza persa.
Según Heródoto, el oráculo profetizó que Esparta sería destruida o que uno de sus reyes moriría.
Esta profecía pudo haber influido en la decisión de Leónidas de liderar personalmente a sus 300 espartanos en las Termópilas, posiblemente interpretando que su sacrificio podría salvar a su ciudad.
Meses después, en agosto del año 480 a. C., el ejército del Rey Jerjes se encontraba a las puertas de Grecia, en el norte, acercándose a un estrecho desfiladero situado entre las montañas y el mar.
Aquel desfiladero era, por supuesto, el de las Termópilas, que significa “puertas calientes” y se llamaba así por unas aguas termales que fluían en la zona.
Las ciudades griegas que decidieron plantar cara a los persas formaron una alianza militar y pusieron al mando a los espartanos.
Sin embargo, aparte de buenos soldados, los espartanos eran muy fieles a sus tradiciones y, como se encontraban en el mes de agosto,
¡Sí! ¡Otra vez!
Estaban celebrando las carneas y no podían combatir.
Además, coincidió con que también se estaban celebrando los Juegos Olímpicos, por lo que movilizar al ejército espartano habría constituido una doble violación de las tradiciones.
Sin embargo, dado lo urgente de la situación, los cinco éforos espartanos, es decir, los magistrados encargados de velar por el cumplimiento de las leyes, le dieron permiso al rey Leónidas para que marchara a las Termópilas con una fuerza de los famosos 300 espartanos, a fin de que bloqueara a los persas el tiempo suficiente para que el resto de espartanos pudieran combatir.
Leónidas escogió a sus 300 soldados de entre su guardia personal, los hippeis, seleccionando a aquellos que tuvieran hijos varones.
En realidad, Leónidas y sus 300 espartanos no fueron los únicos que llegaron a las Termópilas antes que los persas; contaba con unos 7.000 hombres de diversas regiones griegas (tespios y tebanos principalmente).
Aunque sin duda los 300 espartanos estaban mejor entrenados que la media.
El estrecho de las Termópilas, en su punto más angosto, tan solo medía 15 metros de ancho, por lo que la ventaja numérica de los persas en un frente tan pequeño quedaba reducida a la posibilidad de reemplazar sus bajas muchas más veces que los griegos.
Además, una de las principales armas persas, su caballería, tampoco resultaba eficaz luchando en una especie de pasillo natural.
Cuando los persas llegaron a las Termópilas, Jerjes envió a un explorador a caballo.
Los espartanos le permitieron que los observara en su campamento mientras se peinaban y decoraban las melenas con mucha tranquilidad.
Y es que esa era la tradición espartana antes de los combates.
Después de que el explorador transmitiera sus observaciones a Jerjes, el emperador le hizo una oferta de amistad y de tierras fértiles a Leónidas con una condición: que se rindiera. Sin embargo, según Plutarco, Leónidas se negó con su famosa réplica: "ven y tómalas"
Durante los tres días siguientes, Jerjes no atacó, esperando simplemente a que los griegos huyeran, abrumados por enfrentarse a una muerte segura.
Pero al quinto día desde su llegada a las Termópilas, viendo que no se producía la desbandada, ordenó atacar.
Primero envió a tropas de infantería ligera, equipadas con escudos de mimbre, pequeñas lanzas arrojadizas y espadas cortas, por lo que estaban en desventaja frente al dory, la lanza de los hoplitas espartanos, que era demasiado pesada para ser arrojada contra los enemigos pero que, gracias a su longitud, podía herirlos mucho antes de que estos alcanzaran a quien la portaba.
Y por supuesto, los espartanos también contaban con la ventaja de su escudo Aspis.
Circular y de un metro de diámetro, aproximadamente pesaba ocho kilos y estaba hecho de un armazón de madera recubierto por una placa de bronce en su parte exterior.
En la zona interna, forrada de cuero, había un brazal revolucionario en su época que se adaptaba al antebrazo del hoplita.
Gracias a ese tipo de agarre, el soldado podía empujar con el escudo a los enemigos durante el combate y, además, le permitía una amplia variedad de movimientos.
Los persas trataron de abrirse paso entre las compactas filas de la falange griega, pero, según narra el historiador Ctesias, cuando su primera oleada fue aniquilada, solo había conseguido matar a tres espartanos.
A continuación, Jérges envió a sus tropas de élite, los inmortales, un regimiento de la Guardia Real formado por 10.000 hombres, pero también fueron derrotados.
Al día siguiente, la infantería persa volvió a la carga con la esperanza de que los griegos estuvieran debilitados por las heridas y el cansancio de la jornada anterior, pero nuevamente fracasaron en sus ataques.
Por desgracia para Leónidas y sus hombres, en la noche de aquel día, un griego de Tesalia llamado Efialtes se presentó ante Jérjes para revelarle la existencia de un paso secreto en las montañas que permitía rodear la posición de los griegos.
La versión tradicional indica que Efialtes actuó movido por la codicia con la esperanza de ser recompensado por los persas, pero tras la derrota posterior de estos en la batalla naval de Salamina y su retirada de Grecia, nunca llegó a beneficiarse por su traición y se vio obligado a huir a Tesalia, donde hubo de permanecer escondido hasta su muerte, porque los griegos habían puesto precio a su cabeza.
Gracias al chivatazo de Efialtes, Jérjes pudo emplear el sendero secreto para enviar a 20.000 hombres, muchos de ellos inmortales, a rodear a Leónidas, quien, conocedor de la existencia de aquella senda, había colocado en ella a mil hoplitas de la región de Fósida para defenderla.
Pero al amanecer del siguiente día, el tercero desde que se iniciaron los combates, los soldados que debían defender aquel camino, cuando vieron el gran ejército que se les venía encima, se retiraron a una colina cercana para organizarse, pensando que los iban a atacar de inmediato.
Cuando Leónidas se enteró por sus vigías de que los persas se aproximaban a través del sendero de las montañas, convocó un consejo de guerra para debatir la nueva situación y la mayor parte de los soldados aliados decidieron retirarse de las Termópilas.
Las crónicas ofrecen versiones diversas. Unas dicen que Leónidas ordenó que todos los aliados griegos se retiraran menos sus espartanos que lucharían junto a él para defender el paso.
Otras afirman que los aliados decidieron irse por su propia iniciativa.
Según Heródoto, junto a los espartanos también se quedaron a luchar 700 soldados de tespias, 400 tebanos y 100 ilotas, por lo que el contingente que luchó hasta el final sería de unos 1500 hombres.
Tal vez no era muy inteligente quedarse allí a esperar la muerte sin esperanzas. Pero según la versión de Heródoto, si se hubiesen retirado todos los griegos al mismo tiempo, la caballería persa se habría lanzado en su persecución y los habrían matado a todos sin dificultad.
Algunos tenían que quedarse a mantener la posición para que el resto pudiera escapar con vida.
Como era de esperar, Leónidas y sus hombres fueron masacrados.
Toda la zona central de Grecia quedó en manos de Jerjes, las ciudades de Tespias y Platea fueron arrasadas y la mayor parte de la población de Atenas fue evacuada.
Quienes permanecieron en la ciudad, atrincherados en la acrópolis, fueron derrotados por los persas y Jerjes ordenó que incendiaran la ciudad.
Los Juegos Olímpicos seguían celebrándose en Olimpia sin interrupción.
Apenas un mes después de la derrota griega en las Termópilas, los persas fueron derrotados en la batalla naval de Salamina y Jerjes decidió regresar con el grueso de sus tropas a Asia.
Los atenienses pudieron regresar a su ciudad en invierno.
Una vez reorganizados, al año siguiente los griegos consiguieron derrotar al ejército persa en las batallas de Platea y Mícala y recuperar definitivamente el control sobre su territorio.
¿Qué pasó con el cuerpo de Leónidas?
Según los textos clásicos, el diarca espartano murió en las Termópilas atravesado por varias lanzas persas.
Aunque los griegos lucharon con fiereza por proteger su cadáver, cuando todos hubieron perecido, menos los tebanos que se rindieron, Jerjes, furioso con Leónidas, ordenó que lo decapitaran y clavaran su cabeza en una estaca.
Según el historiador Pausanias de Lidia, cuarenta años después de la batalla, su cadáver fue recuperado por los griegos y sus restos fueron enterrados en Esparta, donde se alzó un mausoleo en su honor.
¿Cuáles fueron los descendientes de Leonidas?
Leonidas I, el célebre rey de Esparta y héroe de las Guerras Greco-Persas, especialmente conocido por su papel en la batalla de las Termópilas, tuvo varios descendientes notables. De acuerdo con las fuentes históricas, sus hijos más conocidos fueron:
Pleistarchus:
Sucesor de Leonidas en el trono de Esparta. Pleistarchus era todavía un niño cuando su padre murió en las Termópilas en el 480 a. C., por lo que durante su temprano reinado, su tío Cleómbroto y luego su primo Pausanias actuaron como regentes.Pleistoanax:
Hijo de Pleistarchus, que se convirtió en rey de Esparta. Su reinado estuvo marcado por el exilio y la reinstauración, y jugó un papel en la política espartana durante la Guerra del Peloponeso.Pausanias:
Otro descendiente notable, aunque no directamente hijo de Leonidas, fue Pausanias, sobrino de Leonidas. Pausanias se convirtió en regente de Pleistarchus y es famoso por su victoria sobre los persas en la Batalla de Platea en el 479 a.C.
¿Fue el último rey de Esparta?
No. Nabis fue el último rey de Esparta, reinando del 207 al 192 a. C.
Conocido por sus reformas internas, buscó reducir el poder de la nobleza y mejorar la situación de los periecos y los ilotas, implementando políticas como la redistribución de tierras.
Sin embargo, su política exterior agresiva condujo a conflictos con la Liga Aquea y Roma.
Su reinado y la monarquía espartana terminaron con su asesinato en 192 a. C., momento en el cual Esparta perdió su independencia y fue integrada en la Liga Aquea.
Resumen:
- Leónidas nació en el año 540 a. C.
- Se convirtió en rey de Esparta en el 493 a. C.
- En el 480 a. C., los persas invadieron Grecia y amenazaron con conquistar el país.
- Leónidas dirigió una pequeña fuerza de espartanos para contener a los persas en las Termópilas mientras el resto del ejército griego se reunía en otros lugares.
- Los espartanos lograron mantener a raya a los persas durante tres días antes de ser asesinados.
- La valentía de Leónidas ayudó a ganar tiempo a los griegos, que finalmente pudieron derrotar a los persas.
- Se le considera uno de los mayores héroes de la historia por su valor y sacrificio.
- Sus restos fueron recuperados 40 años después de la batalla de las Termópilas y enterrados en Esparta, donde se levantó un mausoleo en su honor.
¿Qué os ha parecido la historia de Leónidas?
Nos encantaría saber vuestras opiniones y experiencias en la sección de comentarios más abajo.
Fuentes:
- "El mito de Esparta: Un itinerario por la cultura occidental." de César Fornis. Editorial: Alianza Editorial.2019
- "Leónidas, Rey de Esparta: Su vida y su legado", por William Stearns Davis. Editorial: Dover Publications. 2008
- "Spartans at War: What Really Happened at Thermopylae?" por Alan Lloyd. Editorial: Stackpole Books. 2009
- "Los espartanos", de Paul Cartledge. Editorial: Oxford University Press. 2002
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